TIJUANA, México – Después de prestar juramento al cargo, el presidente Andrés Manuel López Obrador se dirigió al Congreso de México el sábado, cubriendo todas las características de su primera política en México: la lucha contra la pobreza, el desarrollo social, el fortalecimiento del estado de derecho y el ataque a la corrupción.
Cabe destacar que en su discurso había una referencia específica a uno de los asuntos más apremiantes de su joven administración: los miles de migrantes que viajaron a través de la región en caravanas y ahora están reunidos en Tijuana, en la frontera de México y Estados Unidos .
El Sr. López Obrador hizo campaña en una plataforma nacionalistaenfocada en ayudar a los mexicanos. Pero la crisis de Tijuana ha puesto de relieve los desafíos planteados por la migración a gran escala a través de la región y la presión que ejerce sobre las relaciones de México con América Central, de donde proviene la mayoría de los migrantes, y los Estados Unidos, a donde se dirige la mayoría. .
Las caravanas reunidas en la frontera también han puesto de relieve la tensión que enfrenta México a medida que se convierte cada vez más en un destino para los migrantes, no solo en el camino, con solicitudes de asilo y otras formas de alivio que se elevan y hacen hincapié en un sistema que no está preparado para la oleada
“Esta crisis ha revelado que los sistemas para gestionar y lidiar con la inmigración, tanto en los Estados Unidos como en México, son disfuncionales e incapaces de enfrentar el gran desafío que tenemos ahora”, dijo Carlos Heredia, profesor de CIDE, universidad en ciudad de mexico.
Dijo el Sr. Heredia que las caravanas y la presión que han ejercido sobre la región han obligado a México, ya Centroamérica, a considerar el tema como nunca antes.
“Las elites económicas y políticas de América Central, junto con las de México, han estado acostumbradas por mucho tiempo a lidiar con la inmigración como si fuera un problema de Estados Unidos, argumentando que la gente quiere ir allí, así que es mejor no involucrarse”, dijo. “Esta crisis que ya ha estallado está obligando a América Central y México a no esconderse debajo de esa excusa desgastada, y eso es algo bueno”.
El secretario de Relaciones Exteriores del señor López Obrador, Marcelo Ebrard, estuvo en Washington el domingo y el lunes para reunirse con funcionarios de la administración de Trump sobre, entre otros asuntos, la migración. Los gobiernos han estado reflexionando sobre un plan que requeriría que los migrantes que atraviesan México y soliciten asilo en los Estados Unidos permanezcan en México enespera del resultado de su petición, un proceso que puede llevar años
Las solicitudes de asilo en los Estados Unidos se han disparado en los últimos años, lo que se suma a la carga de los tribunales de inmigración estadounidenses, donde hay más de 760,000 casos de inmigración pendientes, según la Universidad de Syracuse.
Un migrante se sentó en la valla fronteriza durante un intento fallido de cruzar con su familia de Tijuana a San Diego, luego de que un vehículo de patrulla fronteriza de Estados Unidos, al fondo, llegó para evitar que saltara. CréditoMauricio Lima para The New York Times
Pero el plan puede ser altamente impopular en México.
“Más allá de las dificultades obvias de tener un sistema de inmigración saturado y una burocracia insuficiente para lidiar con esto, será una verdadera galleta difícil de vender en México, porque surge la pregunta: ¿Qué obtenemos a cambio?” Dijo Carlos Bravo Regidor, profesor de la CIDE.
El gobierno de López Obrador, posiblemente a cambio de un acuerdo sobre el acuerdo de asilo, espera que el gobierno de Trump ofrezca su apoyo político y dinero detrás de una propuesta para presentar un plan de desarrollo integral para abordar los factores de empuje, a saber, la pobreza y la violencia. , que están impulsando gran parte de la migración desde Centroamérica.
El sábado, el señor López Obrador, los presidentes de Guatemala y Honduras, y el vicepresidente de El Salvador, firmaron un acuerdo para desarrollar una estrategia de este tipo, que los funcionarios mexicanos han comparado con el Plan Marshall, la iniciativa liderada por Estados Unidos para reconstruir el oeste. Europa después de la segunda guerra mundial.
El enfoque “fortalecerá el desarrollo social y combatirá de manera integral las causas del fenómeno migratorio”, dijo el gobierno mexicano en un comunicado.
Pero estos son planes complicados que llevarán tiempo desarrollarlos. En el corto plazo, la administración de López Obrador, con sus socios locales y regionales en el estado fronterizo del noroeste de Baja California, donde se encuentra Tijuana, tiene que lidiar con el problema apremiante de los migrantes de caravanas.
La primera de las caravanas partió de Honduras a mediados de octubre y eventualmente creció para incluir a más de 4,000 personas, principalmente de América Central, que viajaron al norte con una combinación de paseos y enganches. Muchos se habían unido apresuradamente a la procesión, apostando a que era la forma más segura y barata de llegar a la frontera de los Estados Unidos.
El tamaño del grupo brindó protección contra los delincuentes que se aprovechan de los migrantes, especialmente en México. Y su perfil, que aumentó considerablemente cuando el presidente Trump comenzó a criticar al grupo , provocó un flujo de apoyo humanitario a lo largo de su ruta.
Cuando la caravana llegó a Baja California, otros grupos similares también se dirigían al norte a través de América Central y México. En total, las caravanas transportaron alrededor de 8,000 migrantes a la frontera, y la mayoría terminó en Tijuana.
Funcionarios locales y estatales, ayudados por grupos de la sociedad civil, se apresuraron a acomodarlos y abrieron un refugio temporal para migrantes en un complejo deportivo que llenó rápidamente más del doble de su capacidad prevista.
Mientras que los funcionarios locales y estatales criticaron abiertamente al gobierno federal por no proporcionar asistencia humanitaria y dinero en los primeros días de la crisis, las burocracias migratorias federales respondieron rápidamente para proporcionar a los migrantes un acceso rápido al proceso de asilo mexicano y otras formas de ayuda.
En los últimos días, las líneas han sido largas en el centro temporal en Tijuana, donde las agencias estatales y federales han estado ayudando a los migrantes a solicitar el estatus legal en México y registrarse para obtener empleoLos migrantes esperan ser llamados por los oficiales de inmigración en el centro temporal en Tijuana, donde las agencias estatales y federales los han estado ayudando a solicitar el estatus legal en México y a registrarse para un empleo.CréditoMauricio Lima para The New York Time
El gobierno ha ofrecido a los migrantes dos opciones: pueden solicitar asilo o una visa humanitaria, que es válida por un año y es renovable. Los solicitantes de asilo pueden trabajar legalmente mientras se procesan sus peticiones, y la visa humanitaria también viene con un permiso de trabajo.
Hace una semana, más de 600 centroamericanos asociados con las caravanas habían recibido visas humanitarias y más de 400 habían solicitado asilo en México, informó el gobierno federal.
La tasa a la que los migrantes solicitaron legalizar su estatus migratorio aumentó significativamente la semana pasada después de que los agentes de la patrulla fronteriza estadounidense usaron gas lacrimógeno para rechazar a cientos de migrantes que se habían apartado de una marcha de protesta y corrieron hacia la frontera, dijeron las autoridades.
Para muchos de los migrantes, la opción de visa humanitaria ha parecido más atractiva porque, a diferencia del asilo, les permite más flexibilidad en el lugar donde pueden vivir.
Además, los tiempos de procesamiento son mucho más rápidos: las autoridades prometen procesar las solicitudes de visas dentro de dos semanas. Las peticiones de asilo, por otro lado, tardan más de seis meses en procesarse, y a menudo más de un año, dijeron los funcionarios, a pesar de que la ley estipula un período de revisión de hasta tres meses.
Incluso antes de que las caravanas partieran de América Central, el sistema de asilo de México ya estaba bajo presión debido a que un número creciente de migrantes optó por buscar refugio en el país
El año pasado, más de 14,600 personas solicitaron asilo en México, un aumento de 11 veces en comparación con 2013, según estadísticas del gobierno. Y durante los primeros ocho meses de este año, más de 14,544 inmigrantes solicitaron asilo, un aumento del 50 por ciento respecto al mismo período del año pasado.
Las Naciones Unidas estiman que alrededor de 47,000 se aplicarán en 2019.
Sin embargo, los defensores sostienen que los niveles de personal y la capacitación en las burocracias migratorias de la nación no han seguido el ritmo de la demanda, lo que conlleva largos retrasos en la adjudicación e impide el acceso a muchos migrantes.
Los migrantes de la caravana han estado tratando de dar sentido a sus opciones. Pero para muchos, nada tiene el encanto de los Estados Unidos, cuyo tirón magnético impulsa tanta migración en el hemisferio.
En una mañana reciente, Oscar López Dávila, de 31 años, migrante de Honduras, se encontraba en el centro de procesamiento gubernamental temporal, explorando los pros y los contras de solicitar una visa humanitaria en lugar de asilo.
El asunto final, dijo, era que tenía la mente puesta en los Estados Unidos, y tenía la esperanza de que una vez que se hubiera calmado toda la conmoción alrededor de las caravanas, pudiera encontrar un camino, legal o no, al otro lado de la frontera.
“Puedo estar aquí y alquilar un apartamento por un año, esperar hasta que todo se calme”, reflexionó. “Pero mi sueño es americano”.
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