Tabasco

Narrativa responsable, sociedad informada – El Financiero

La semana pasada, el vicepresidente y director general editorial de El Financiero, Enrique Quintana, señaló en sus ‘Coordenadas’ que la retórica del Frente Amplio Opositor sobre la inminente crisis financiera no corresponde a la realidad (“La insostenible narrativa del desastre económico”, 20 de septiembre). No puedo estar más de acuerdo con él y me preocupa. Si la candidata de la coalición opositora Xóchitl Gálvez quiere aspirar a poder ganar la Presidencia de la República o si la fuerza política que la apoya desea ganar espacios legislativos, así como gubernaturas o municipalidades, se necesita una retórica apegada a la realidad. Por nuestro lado, si aspiramos a tener un mejor país, es necesario que estemos realmente involucrados en el proceso electoral. Para eso, considero que debemos:

(1) Ser objetivos ante todo. Considero que de nada sirve estar polarizado. México no es ni Disneylandia, ni el infierno. Hay cosas que la administración actual ha hecho bien y cosas en las que hay mucho espacio para mejorar. No podemos hablar de “desastre económico” cuando: (a) La economía se encuentra creciendo 3.7 por ciento en lo que va del año (con respecto al mismo periodo de 2022); (b) la tasa de desempleo se encuentra en los niveles mínimos desde 2005 que el INEGI hace pública esta serie; y (c) con un comportamiento del tipo de cambio muy distinto al de las administraciones anteriores. El peso mexicano se depreció cerca de 17 por ciento en el sexenio del expresidente Fox, casi 18 por ciento en el sexenio del expresidente Calderón, 57 por ciento en el del expresidente Peña Nieto y en cambio, en lo que va del sexenio del presidente López Obrador, el peso se ha apreciado alrededor de 15 por ciento, con todo y que el Fed se encuentra en un ciclo de alza de tasas. Sin duda existen muchas otras variables económicas y aspectos globales que pueden incidir en el comportamiento del tipo de cambio y claro que hay espacio para mejorar en muchos rubros, pero al igual que Enrique Quintana, considero que no hay fundamento alguno para hablar de “desastre económico”.

(2) Estar involucrados en el proceso electoral. Con esto no solo me refiero a votar, sino también estar abierto a participar como funcionario de casilla, si es que nos corresponde, estar atentos a los debates y a las encuestas. Asimismo, significa no solo saber a quién vamos a elegir presidente, sino también al diputado local y federal del distrito que nos toca, al senador y en caso de que corresponda, también al gobernador del estado en el que estamos registrados, así como alcaldes y demás puestos de elección popular. Sobre las encuestas considero que es necesario dar seguimiento a varias de ellas. Un sitio de Internet que reúne una amplia variedad de encuestas en un mismo lugar es https://oraculus.mx, por ejemplo.

(3) Informarnos. Hace poco más de cinco años sabíamos cuál iba a ser el programa económico y social del presidente López Obrador cuando era candidato, debido a que estaba plasmado en su libro La salid (2017). Desde la idea de cancelar el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), hasta el Tren Maya y la refinería en Dos Bocas, Paraíso, Tabasco, entre muchas de las políticas que ha instrumentado el presidente a lo largo de su sexenio, estaban ya en su libro. Hoy no tenemos libros, ni programas económicos públicos de Claudia Sheinbaum, ni de Xóchitl Gálvez. En este sentido, considero que una responsabilidad clave como ciudadano es informarnos sobre los programas propuestos de cada candidata o candidato. Asimismo, compararlos, pensar qué tan factible es que los puedan llevar a cabo y qué queremos para nuestro país.

(4) No creer toda la información que recibimos. En la era de las redes sociales al alcance de la mano con un celular conectado al Internet, hace que la difusión de información sea mucho más sencilla. Sin embargo, eso no quiere decir que la información que se difunde sea verdadera.

(5) Votar por la opción que más nos gusta o menos disgusta, pero que tenga probabilidad de ganar. Lo más importante en una democracia es votar. México es de los muy pocos países en Latinoamérica, junto con Venezuela, Honduras, Paraguay y Panamá, que no tiene segunda vuelta. Es decir, que el ganador de la elección lo haga con más del 50 por ciento de los votos. Si bien en 2018 el presidente López Obrador ganó con 53.2 por ciento de los votos -en donde no hubiera sido necesaria una segunda vuelta-, el expresidente Peña Nieto ganó la elección de 2012 con 38.2 por ciento y el expresidente Calderón con 35.9 por ciento en 2006. Entonces, para maximizar la legitimidad del candidato que llegue a la silla presidencial sin segunda vuelta en 2024, es recomendable votar por la opción que más nos guste o menos disguste, pero que tenga la posibilidad de ganar. Es decir, el “voto útil”.

López Obrador, Andrés Manuel (2017). 2018. La Salida. Decadencia y renacimiento de México. Ciudad de México: Ed. Planeta, 2017.

* El autor es economista en jefe para Latinoamérica del banco Barclays y miembro del Comité de Fechado de Ciclos de la Economía de México.

* Las opiniones que se expresan en esta columna son a título personal.

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