Ciudades del futuro

“No puedo ir en Metro con silla de ruedas, me gasto todo en taxis”: la inaccesibilidad del transporte público infringe la ley

“La accesibilidad del metro de Madrid es un animal mitológico”, escribe y publica Óscar, un joven en silla de ruedas eléctrica, en su cuenta de Twitter como reacción a la publicidad que la empresa pública colocó en colaboración con la Comunidad de Madrid en alguna de sus estaciones: “En Metro hay una cosa indiscutible, que Metro es cada vez más accesible”, rezaban los carteles. 

Óscar vive en Móstoles, municipio al suroeste de la capital, por lo que una buena adaptación de los medios de transporte para personas con movilidad reducida resulta clave para que pueda moverse por la ciudad con total autonomía: “He cogido el Metro y el Cercanías muy pocas veces, precisamente porque los accesos para gente en silla de ruedas son inexistentes en muchas estaciones y no me fío de encontrarme 100% asistido”, relata en una conversación con elDiario.es. “Por ejemplo, la estación de tren que tengo más cerca de casa es la de Móstoles-El Soto de la línea C-5. Me resulta imposible usarla porque tiene multitud de escaleras y los vagones no están adaptados”, resume.

Los datos sobre accesibilidad para personas con movilidad reducida, tanto en los trenes suburbanos como los de Renfe y los autobuses de muchas ciudades, muestran que la adaptabilidad de sus flotas puede resultar insuficiente para que cientos de miles de personas viajen con total garantía de movilidad en el transporte público. La situación es especialmente mala para estos usuarios en Madrid, donde 96 de las 302 estaciones de metro no cuentan con ninguna medida de accesibilidad, lo que incumple el Real Decreto (RD) que marca las pautas para regular las condiciones básicas de accesibilidad y no discriminación para el acceso y utilización de los modos de transporte para personas con discapacidad desde hace años. El Metro de Barcelona cuenta con 167 estaciones y 12 de ellas (un 7% del total) no son accesibles. En todo el suburbano valenciano solo hay una estación sin ascensor. En ciudades como Bilbao, Alicante, Mallorca, Sevilla, Málaga o Granada hay medidas de adaptación para personas con movilidad reducida en todas las estaciones.

En el Cercanías una de cada tres estaciones de Madrid no son accesibles y el plan de Rodalies de Renfe para 2020-2030 cifraba en 30 las estaciones de la red, de un total de 110, que tampoco ofrecían alternativas para estos usuarios, aunque también anunciaba actuaciones en todas ellas. En Valencia, el Gobierno admitió hace poco que el 17,7% de los viajeros no tiene garantizado el acceso a la estación, pese a que el RD dice que las estaciones con más de mil viajeros al día debían estar adaptadas para 2017. Respecto a los trenes de media y larga distancia, Renfe promete que el 77% de los trenes y de las estaciones de más de 750 viajeros y viajeras diarios será accesibles en 2023, lo que quiere decir que en el mejor de los escenarios 23 de cada 100 no lo serán. El objetivo de la compañía es llegar al 100% en 2028, ocho años más tarde de lo que exige la normativa, que otorga tres años más de margen para las estaciones con menos de mil pero más de 750 usuarios al día.

“Parece que somos la moneda de cambio de los políticos, porque saben que no tenemos autonomía, que necesitamos movernos con seguridad, pero miran para otro lado. Falta competencia, voluntad política y conocimiento técnico sobre cómo de accesibles tendrían que ser todos los transportes para que nosotros nos movamos con autonomía”, sostiene Roser, de 69 años y vecina de Tres Cantos, un municipio al norte de Madrid. También se desplaza con la ayuda de una silla de ruedas y, para ella, moverse en taxi es la mejor solución para acudir a cualquier cita: “Coger el metro o el autobús me resulta muy dificultoso. Muchas estaciones del suburbano no tienen ascensores en los accesos, las escaleras mecánicas no son lo suficientemente anchas. Los autobuses tampoco son una opción: unos días la rampa no va y otros va demasiado lleno como para que mi silla entre. Por la rabia y frustración en ese momento, siempre acabo decidiendo gastar mi dinero en costear taxis y no tendría que ser así”, protesta. 

Metro de Madrid presume de haber hecho accesibles el 70% de las estaciones de la red suburbana gracias al Plan de Accesibilidad e Inclusión 2016-2020, para el que se destinó una partida de 141,2 millones de euros. En este proyecto la empresa prometía la implantación de nuevos ascensores en 19 estaciones en cuatro años. Pero según el nuevo Plan de Accesibilidad e Inclusión 2021-2028, aprobado el 21 de julio de 2021 por el gobierno de Isabel Díaz Ayuso, en 7 de estas 19 estaciones no se llegaron a realizar las obras. 

Las listas que recogen el total de estaciones accesibles dejan ver que únicamente el 13,2% de sus estaciones están “dotadas de accesibilidad universal”. Es decir, solamente 40 de las 302 estaciones que tiene Metro de Madrid tienen al menos un ascensor y/o rampa y medidas complementarias de accesibilidad (pavimentos cerámicos tacto visuales, tiras antideslizantes, paneles con relieve, señalización de obstáculos o interfonos de comunicación, entre otros). La cifra aumenta al 67,2% (203 estaciones) si sumamos las estaciones que cuentan “con ascensor y/o rampas” pero que no tiene instaladas las medidas complementarias de accesibilidad. En total, 96 estaciones no cuentan con ninguna medida de accesibilidad a personas con movilidad reducida.

La documentación del nuevo proyecto señala que las obras para hacer accesibles las estaciones de Avenida de América, Ventas, Begoña, San Bernardo y Diego de León estaban “en proceso de contratación” pero dos años después no se ha llegado a construir ninguno de estos ascensores. Lo mismo ocurre con los trabajos para implantar los elevadores que estaban “en redacción de proyecto” para las estaciones de Méndez Álvaro y Alonso Martínez. Tres de las paradas mencionadas entraban en la máxima prioridad del plan de 2016-2020 porque no contaban con ningún ascensor y comunican varias líneas. Fuentes de Metro aseguran que “está previsto que en el corto plazo empiecen las obras en cuatro de estas estaciones”, que la de Begoña está al 20% y Alonso Martínez “en fase de elaboración de proyecto”. Esto es: ninguna de las obras de accesibilidad que no se acabaron en 2020 y pasaron al siguiente plan se han llegado a construir tres años después.

El actual Plan de Accesibilidad de Metro (2021-2028), para el que se han destinado más de 331 millones de euros, promete a usuarios como Óscar “conseguir dotar a más de un 80% de sus estaciones de los medios necesarios para resolver el acceso a personas con movilidad reducida”. Sin embargo, fuentes de Metro de Madrid señalan que de las 25 estaciones que incluye el plan, únicamente “se está trabajando en la implantación de ascensores en la de Menéndez Pelayo, que se encuentra en al 60%”. El Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI) de la Comunidad de Madrid consensuó el Plan de Accesibilidad de Metro 2021-2028 con la empresa pública, por lo que se le nombró como organismo independiente encargado del seguimiento y vigilancia del proyecto para que este llegue a cumplir con las normas en el tiempo establecido. Esta organización no ha querido responder a este periódico al ser preguntada por ese informe de supervisión. 

Dentro de las estaciones que sí están adaptadas en Madrid, los usuarios como Óscar también han encontrado trabas en su trayecto. Le gustaría ser usuario de Metro porque no necesitaría depender de nadie ni gastarse el dinero en taxis pero, “siempre hay una o varias dificultades”, señala. “Te bajas en una estación y te encuentras con los ascensores no funcionan, los accesos son muy estrechos, hay escalones imprevistos, que los accesos al vagón no tienen escalón retráctil, que solo un espacio para silla de ruedas en los vagones… Tampoco me ha dado muchas facilidades el personal de Metro para encontrar alternativas. ¿Qué hago si llego a una estación y no puedo salir a la calle? Es frustrante”, concluye el joven. 

En lo relativo a la adaptación, los casos de Renfe y de los autobuses son parecidos al Metro. La empresa ferroviaria también anunció un Plan de Accesibilidad en 2020 que asegura que para 2023 “el 77% de los trenes y las estaciones serán accesibles”. En el proyecto marcan como objetivo “proporcionar la accesibilidad universal a toda la cadena de viaje”, y ponen como horizonte el año 2028 para alcanzar ese 100% de adecuación de instalaciones, (algo que ya en 2011 prometieron se cumpliría hace tres años). Sin embargo, con apenas seis meses por delante para acabar el año, no hay datos ni informes de seguimiento que testifiquen que estas mejoras se están llevando a cabo.  

Javier Font, presidente de la Federación de Asociaciones de Personas con Discapacidad Física y Orgánica de Madrid (FAMMA), denuncia que esta falta de medios de adaptación accesibles es “excluyente” para una gran parte de la población y “alarmante” porque “el incumplimiento de la ley se lleva a cabo con total impunidad“. “Mientras que las personas con movilidad reducida sigan sin poder moverse con autonomía por la ciudad en transporte público, seguiremos diciendo que son servicios deficientes. Nos preocupa la accesibilidad en los trenes, ya que son medios que usan aquellas personas que viven más lejos del centro de la ciudad, y deja mucho que desear”, concluye Font. 

Cristina tiene 50 años y vive en Alcalá de Henares, al nordeste de Madrid. Desde hace cuatro años se tiene que desplazar con ayuda de un andador y, para ir a cualquier sitio, necesita coger un autobús porque no puede andar más de cinco minutos seguidos: “Los conductores de autobús de mi zona nunca me ponen la rampa para subir. Dicen que tiene uso exclusivo para personas en silla de ruedas o para carritos de bebé. Yo me enfado mucho… no pueden discriminar a otras personas con movilidad reducida por el simple hecho de que bajar la rampa le suponga emplear unos minutos más en esa parada. Si no hay alguien con buen corazón que me ayude a subir, me quedo en la parada”, relata. 

Desde FAMMA denuncian este tipo de hechos con cierta asiduidad. La última ha sido hace apenas un mes, en la que la Federación ha pedido al Consorcio Regional de Transportes de Madrid (CRTM) que “sancione a la empresa Interbus por sus innumerables incumplimientos en las medidas de accesibilidad de sus autobuses”. Aseguran que existen más de 15 infracciones comunicadas al CRTM sobre esta compañía y ninguna de ellas ha sido tramitada con éxito. Javier Font exige al consorcio que actúe con responsabilidad: “En el caso de los autobuses interurbanos, los usuarios nos hacen llegar que son muchas las ocasiones que no pueden subir porque la rampa de acceso está rota y, en lugar de irse a cocheras a arreglarlo como exigen sus contratos, siguen con su camino”, denuncia Font. El CRTM no ha respondido a elDiario.es sobre esta cuestión. 

Tanto los usuarios como las asociaciones aseguran que el servicio público de Eurotaxis (taxis adaptados para sillas de ruedas), siendo muchas veces la única opción para las personas con movilidad reducida, tampoco cumplen con las medidas necesarias. Roser, la vecina madrileña de Tres Cantos, no está contenta con sus experiencias con este servicio: “El otro día tenía una prueba médica en el Hospital de la Paz y me dijeron que no podía reservar ningún vehículo adaptado si no era media hora antes. Estuve pidiéndolo en todas las compañías de taxis posibles y nada. Al final tuve que llamar a una ambulancia para que viniese a por mí, ¡y yo no lo necesitaba!”, relata.

El presidente de FAMMA denuncia que es una situación que se desoye por parte de las administraciones y que cada vez hay menos Eurotaxis por los “privilegios” que se le da a otro tipo de coches: “El mantenimiento de un vehículo eléctrico es más barato y no incentivan de ninguna manera que el taxista siga teniendo un coche adaptado. Los Eurotaxis no pueden desaparecer porque ahora mismo son esenciales para que las personas en silla de ruedas se desplacen”, concluye Font.

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