Economia y Negocios

Notre-Dame, medios y odio

Lo que más llamó la atención del incendio de Notre-Dame fue la parte mediática.

Ver las noticias en directo no tiene nada de nuevo. Ver la reacción en las redes sociales, tampoco. Pero ver a los medios entregándose solo a lo que les conviene y a la gente deshaciéndose en odio, sí.

Como usted sabe, el 15 de abril se incendió la catedral de Notre-Dame y no hubo noticiario, canal especializado o servicio informativo que no luchara por ofrecer la más espectacular de las coberturas.

¿Qué hizo la gente en las redes sociales? Comenzó a subir las fotos de sus viajes a París y a publicar mensajes que, o eran de odio o generaron reacciones de odio.

Todo esto que le acabo de decir no es normal. No lo es.

Sí, fue muy atractivo observar el derroche mediático de los canales de televisión, estaciones de radio y portales de internet el lunes pasado.

Fueron horas de transmisiones especiales, de enlaces, de hablar con corresponsales y de entrevistar a los más grandes especialistas en historia, arte y religión.

La pregunta es: ¿por qué se esmeraron tanto en Notre-Dame y no se esforzaron ni la milésima parte de eso para cubrir otras catástrofes culturales como el incendio del Museo Nacional de Brasil?

Por mil y un razones, Notre-Dame no fue una nota como la de las Torres Gemelas en 2001. No había por qué hacer semejante escándalo.

Ojo: no estoy diciendo que el evento no haya sido importante. Estoy cuestionando por qué los medios tradicionales del mundo entero, no solo los de México, ahora que pueden reaccionar con admirable velocidad a todo, solo lo hacen con los acontecimientos light.

¿Por qué ningún canal de televisión, estación de radio o portal de internet, por ejemplo, interrumpió sus actividades regulares para dedicarle horas de cobertura especial a la masacre que acaba de ocurrir en Minatitlán?

¿A poco no hubieran podido improvisar algo, hacer enlaces, mandar corresponsales y entrevistar a cualquier cantidad de expertos alrededor de este tema?

Ahí está el problema. Todos los medios de todos los rincones del planeta, no solo los de aquí, repito, se han vuelto buenísimos para profundizar en cosas que no afectan ni sus agendas ni sus intereses ni la vida directa de sus audiencias y eso no es periodismo.

Si lo fuera, ¿me puede usted explicar por qué en ninguna, absolutamente en ninguna de las coberturas que se hicieron el lunes pasado del incendio de Notre-Dame, hubo alguien que criticara con rigor tanto a las autoridades de esa catedral como al gobierno de Francia?

Ahora resulta que los administradores de ese recinto y que los franceses, en general, son perfectos, que el incendio se dio y se propagó nomás porque sí y que muchos de los más grandes bienes culturales de la humanidad estaban resguardados en las más óptimas condiciones y preparados para salvarse en caso de enfrentar eventos como el del 15 de abril.

Que nadie hable mal de los franceses. Que nadie hable mal de “mis vacaciones” del año pasado. ¡Que viva lo bonito!

Por eso la gente se enoja cuando ve las fotos de los viajes de los demás al lugar de los hechos.

Esto ya no es, insisto, ni periodismo ni solidaridad ni compromiso social. Es arrogancia, cobardía y, lo peor de todo, conveniencia. ¿O usted qué opina?

@AlvaroCueva

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