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Sheinbaum, el primer día de una jefa capitalina (Videos) – Proceso

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Hoy fue el día de Claudia Sheinbaum, la primera mujer gobernante electa por los capitalinos, quien encabezará la primera gestión que no será del partido opuesto al del gobierno federal. El presidente Andrés Manuel López Obrador le levantó la mano en señal de triunfo consumado y ella, cual fiel pupila, le copió la promesa: “No vamos a fallar”.

La agenda lo anunció. La doctora en Ingeniería Ambiental llegaría a las 08:30 de este miércoles al Congreso de la Ciudad de México, pero quizá el tráfico de la ciudad la retrasó media hora: a las 09:05 su auto particular entró por la calle Donceles, ya apoderada de vallas metálicas y personal de seguridad.

Metros adelante se bajó del vehículo. De vestido negro, saco blanco, zapatillas y su ya característica mascada, Sheinbaum comenzó a caminar sonriente y a saludar a la gente que desde las 7 de la mañana fue citada en el lugar. Llegaron de Xochimilco, Venustiano Carranza, Magdalena Contreras, Gustavo A. Madero, así lo apuntaron quienes les pasaban lista de asistencia.

Aunque no tanto como en la toma de protesta y los informes de gobierno de su antecesor, Miguel Ángel Mancera, en los alrededores del recinto de Allende y Donceles hubo mantas y cartulinas de apoyo y porras aprendidas con antelación. Eso sí, se acabaron las banderas amarillas del PRD, los globos y los papelitos de colores que se lanzaban al paso de los ungidos.

Los diputados locales también se retrasaron unos 60 minutos. A las 10 horas llamaron a iniciar la sesión, dieron la bienvenida a la exdelegada en Tlalpan y leyeron el bando solemne que la declaró jefa de gobierno de la Ciudad de México 2018-2024. Como pocas veces, ella sonreía.

Ni siquiera la advertencia del diputado panista Mauricio Tabe le hizo cambiar el gesto cuando, en el momento de los posicionamientos, le advirtió: “Hay que tener mucho cuidado con el poder absoluto, porque lo que puede terminar siendo la Cuarta Transformación puede abrir paso a la Primera Restauración”.

Segundo grupo parlamentario en número en el Congreso, los panistas fueron los únicos que le hablaron con fuerza a la exsecretaria del Medio Ambiente local. Sin sorpresas, Morena, PRI, PT, PVEM y PES le dieron el espaldarazo. El PRD, perdedor de todo en las pasadas elecciones locales, le reconoció su triunfo con 47% de los votos “chilangos”, le recordó que “tiene una cita con la historia” y le pidió prohibir las corridas de toros.

“Adiós granaderos… No les voy a fallar”

La sonrisa de Claudia Sheinbaum creció aún más cuando vio entrar al pleno a su invitado especial y mentor político, el presidente Andrés Manuel López Obrador. Eran las 11:14 y en el recinto se escuchó “¡presidente, presidente!” y la frase desde hace años conocida: “¡Es un honor estar con Obrador!”.

Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum. Foto: Octavio Gómez

De pie, aplaudían los representantes del gobierno federal ahí presentes: los secretarios de Gobernación, Olga Sánchez Cordero; de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú; de Turismo, Miguel Torruco; y de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard. Lo mismo hicieron los senadores Xóchitl Gálvez y Emilio Álvarez Icaza y los diputados federales Sergio Mayer, Martí Batres y Mario Delgado.

Celebraron también los gobernadores de Chiapas, Manuel Velasco; Morelos, Cuauhtémoc Blanco; Campeche, Alejandro Moreno, y Estado de México, Alfredo del Mazo, quien por cierto llegó tarde. Ahí estaban además del exjefe de gobierno Cuauhtémoc Cárdenas; la escritora Elena Poniatowska; el rector de la UNAM, Enrique Graue; y el director del IPN, Mario Alberto Rodríguez.

Tras unos minutos de retraso por los saludos y selfies que los diputados le pedían a cada paso, López Obrador subió a la tribuna, a la misma que subió en 2000 para tomar protesta, pero ahora para atestiguar la unción de quien fue jefa de “Las Adelitas”, las mujeres obradoristas que protagonizaron las manifestaciones por el proceso del desafuero contra el aspirante presidencial en 2005.

“Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la Constitución Política de la Ciudad de México y las leyes que de ellas emanen…”, leyó Claudia Sheinbaum con el brazo derecho alzado, en la máxima tribuna legislativa de la capital.

El triunfo estaba consumado. Entonces agradeció al jefe de gobierno saliente, José Ramón Amieva, “por las facilidades y la disposición para el proceso de transición”.

Vino luego el discurso demoledor contra quienes “pretendieron apagar con el desafuero y el fraude electoral” el movimiento que desde el pasado 1 de diciembre “inició la Cuarta Transformación” del país.

Sin decir nombres –aunque el colectivo pudo haber pensado en Miguel Ángel Mancera–, aseguró: “En los últimos años, vivimos el abandono del servicio público y la democracia, se estableció un modelo de desarrollo urbano desigual que privilegió la ganancia inmobiliaria sobre el interés público, que ahondó las desigualdades; un gobierno que se dedicó al espionaje político, privilegió el interés clientelar y de grupos por encima de los derechos sociales, que utilizó la fuerza para reprimir al pueblo y regresó la corrupción, que provocó el abandono de los servicios públicos y el regreso de la inseguridad. Se traicionó el camino de la democracia y se olvidó el sentimiento de los ciudadanos”.

Y siguieron las promesas: “Lo primero que haremos es acabar con los abusos. A partir de ahora se restablece la democracia y la libertad política, nunca más ejerceremos o permitiremos la persecución y la violencia directa o simulada por pensar y actuar de forma distinta de quien gobierna. Se termina la compra del voto como forma de manipular la voluntad popular.

“Se termina también la privatización de los espacios públicos y el abuso en el incremento de los cobros desmedidos por foto multas, predial, agua, entre otros. Se termina con la persecución laboral y el uso discrecional del otorgamiento de plazas para familiares y amigos. Inicia una nueva etapa de respeto a los usos de suelo y el desarrollo urbano sustentable, pero, sobre todo, inicia una etapa de honestidad y de erradicación de la corrupción y los privilegios de los altos funcionarios públicos”.

La estocada estaba dada… Casi tres horas después, Mancera, exjefe de gobierno y actual senador escribió escuetamente en su Twitter: “Le deseo todo el éxito al @GobCDMX entrante que encabeza @ClaudiaShein. #mm”.

En un discurso de media hora en el Primer Congreso de la Ciudad de México, Sheinbaum Pardo anunció algunas acciones a realizar, por ejemplo, restaurar la “austeridad republicana”, por ejemplo, con la reducción de mil 712 plazas del gobierno central para ahorrar mil 800 millones de pesos.

Diputados e invitados rompieron en aplausos cuando la morenista anunció que trabajará “con mucha energía para erradicar la violencia de género, hacer justicia en el caso de los feminicidios, tener acciones educativas para la prevención del embarazo adolescente y promover la autonomía económica de las mujeres”.

Lo mismo ofertó para fortalecer los derechos de mujeres, las personas de la diversidad sexual y los pueblos y comunidades residentes indígenas de la ciudad.

Luego, la copia de las promesas del presidente López Obrador: sembrar millones de árboles, reuniones mañaneras con el gabinete de seguridad, acabar con la corrupción y el “primero los pobres”.

Y cuando ya todo parecía repetición de los discursos de su campaña y de los cinco meses de transición, vino el anuncio que despertó a muchos en las curules, y de nuevo arrancó aplausos:

“En cumplimiento de una de las demandas del movimiento estudiantil de 1968 y en la facultad que me otorga como jefa de Gobierno la Constitución Política de la Ciudad de México, he pedido al secretario de Seguridad Pública la desaparición definitiva del cuerpo de granaderos”.

A partir del 1 de enero de 2019 “pasarán a formar parte de otros agrupamientos o un nuevo agrupamiento que se creará para ayudar a la ciudadanía en tareas de protección civil, que cuide a los más vulnerables y se capacite en tareas de protección ciudadana. El cuerpo de granaderos desaparece, fortalece las labores de seguridad y apoya la formación de un cuerpo de protección civil”.

El remate: “Hago el compromiso de que vamos a hacer todo, todo, absolutamente todo lo que esté en nuestras manos, nuestros corazones y nuestras voluntades para estar a la altura de este pueblo solidario y generoso al que tenemos el orgullo de pertenecer. No les vamos a fallar”.

AMLO le roba cámara

Aplausos y porras de nuevo. El presidente de la Mesa Directiva, Jesús Martín del Campo, finalizó la sesión solemne y pidió que una comitiva acompañara a Sheinbaum y López Obrador a la salida. Pero no hubo necesidad, pues apenas bajó de la tribuna, el tabasqueño fue abordado de nuevo por los diputados y sus amenazantes teléfonos celulares.

Poco a poco, Claudia Sheinbaum fue desplazada. Apenas algunos se acercaron a felicitarla con abrazos y buenos deseos para los próximos seis años de trabajo. Lentamente se quedó relegada ante el tumulto de “amlovers”. Tuvo que subir escalones prácticamente sola y así salió hasta la puerta del recinto donde Ricardo Ruiz, el coordinador de los diputados de Morena, le hizo plática.

Más de 10 minutos después, el tabasqueño la alcanzó y, entonces sí, los dos salieron triunfantes a las escalinatas, donde saludaron a la gente que aún estaba ahí, esperando ver, aunque sea de lejos, a los protagonistas de la “Cuarta Transformación”.

Otra vez, López Obrador le levantó la mano a Sheinbaum Pardo y ambos sonrieron. Él dijo que ella le “quita un peso de encima. El que ella gobierne la ciudad me da oportunidad a mí de atender el resto del país. Aquí yo no voy a estar tan preocupado”, soltó.

–¿Cree que (ella) lo supere como jefe de Gobierno?

–Sí, me va a superar, me va a superar.

Valla de simpatizantes. Foto: Benjamín Flores

Atropellado recorrido

Ya sin la sombra de su mentor que la opacara, en el Teatro de la Ciudad “Esperanza Iris”, Claudia Sheinbaum tuvo su otro momento de gloria. Ante cientos de invitados especiales, tomó protesta a su gabinete de trabajo –notable por la paridad de género– y enumeró 93 compromisos de gobierno a cumplir en los próximos seis años.

“Voy a encabezar un gobierno honesto, abierto, democrático, austero, incluyente, que actúe con, para y por la ciudadanía, sin distinción de partido, religión o nivel socioeconómico, pero poniendo todo nuestro empeño para hacer de ésta una ciudad de derechos, con justicia y que disminuya las aún graves desigualdades sociales de nuestra ciudad”, lanzó.

Anunció que se cancelarán los seguros de gastos médicos privados y los gastos de representación, además de que los autos blindados de la jefatura de Gobierno se trasladan a la Secretaría de Seguridad Pública, mientras que ella usará su propio auto para trasladarse “y en algunas ocasiones el transporte público”.

En poco más de una hora de discurso, destacó que los integrantes de su equipo de trabajo deberán presentar su declaración patrimonial “3de3” y que se reinstalará a los bomberos despedidos que denunciaron acoso laboral del sindicato.

Incluso dijo que pidió a la procuradora general de Justicia, Ernestina Godoy, que a la brevedad se reúna con los padres de los niños que murieron tras el derrumbe del colegio Rébsamen, luego del sismo de septiembre del año pasado. Tema con el que sus contrincantes políticos la atacaron en la campaña.

Tras salir del Teatro, en medio de empujones que hicieron sudar y varias veces pusieron en aprietos a personal de seguridad, la exdelegada en Tlalpan caminó por más de media hora por las calles Allende y Madero, hasta llegar a la principal plaza pública del país.

Los que fueron “invitados” a presenciar el acto, le gritaban “¡Claudia, doctora, ya eres gobernadora!”. Mujeres con sus niños le rogaban para tomarse fotos con ella, para saludarla, desearle suerte, pedirle ayuda.

Pero al entrar al corredor Madero, ya sin vallas, salieron ciudadanos espontáneos a su paso. “¡Que se acaben los baches, ya llevo seis llantas!”, le gritó un ciclista. A su lado, dos jóvenes levantaron cartulinas improvisadas que exigían “¡No más ciclistas muertos!”, mientras que un señor de la tercera edad preguntó ingenuo ante el tumulto: “¿Quién viene ahí, Juan Gabriel o qué?”.

Entre la nube de fotógrafos y camarógrafos y dos botargas de su figura y la del tabasqueño, un anciano se le acercó y ella lo abrazó. En segundos y entre llanto, el hombre del pueblo de Santa Cruz, en la alcaldía Magdalena Contreras, le pidió ayuda para tener las escrituras de su casa.

En la esquina de Madero y el circuito del Zócalo, una mujer del cuerpo de seguridad de la jefa cayó junto con un hombre mayor en una jardinera. “¡No me empuje!”, le gritó, se levantó rápido y siguió su encomienda.

Al ritmo de una banda de viento que llevó gente de Xochimilco, Sheinbaum hizo una parada en la exposición “Árboles cósmicos”, a un lado de la asta bandera –aunque sin el lábaro patrio–. Como en su momento ocurrió a López Obrador el sábado pasado, Sheinbaum se encontró ahí con Amalia Salas, del pueblo xochimilca de Caltongo, quien, con un bastón representativo de pueblos originarios de América, le “dio la bendición indígena para que tenga mucha energía” y le deseó éxito en su gobierno. “Ella puede, es una mujer muy fuerte, Ometéotl”, dijo a Apro la mujer de 83 años.

A las 15:03, la jefa de gobierno se dirigió al Antiguo Palacio del Ayuntamiento. Era su última parada del atropellado recorrido. Empujones, jalones, gritos de “¡viva Sheinbaum!” y la música de banda que no cesaba, se quedaron afuera del edificio, pero la funcionaria ordenó reabrirlo para que la gente pasara a conocer una parte del Museo en que a partir del lunes 10 se convertirá el edificio de gobierno. Ahí inauguró una exposición de fotografía, pero el tumulto ya no le dio para hacer la visita al Salón de Cabildos que tenía programada.

Tras agradecer a la gente que la acompañó, subió las escaleras del edificio virreinal y llegó a su oficina, donde se encontró con que tenía ventanales blindados que su antecesor Miguel Ángel Mancera mandó poner en 2013.

Y en un video que subió a Twitter subrayó: “No necesito ventanas blindadas. Les informo que las vamos a empezar a revisar el día de hoy para poder quitar las puertas blindadas de la oficina. La jefa de Gobierno no tiene miedo”.

Más tarde, en su primera gira de trabajo oficial, se reunió con damnificados del sismo del 19 de septiembre de 2017 en Iztapalapa, con quienes firmó un convenio para ayudarles a reconstruir sus casas sin endeudarlos.

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