Tomar conciencia | Opinión | Cadena SER

Siempre conviene medir bien los tiempos de la borrasca. Hay un tiempo de explosión en el que las rachas de viento arrancan los árboles y se llevan a cien kilómetros por hora los contenedores y hasta la arena de las playas. Luego viene el tiempo medio, cuando el día sigue turbio, pero sin la agresividad anterior. Y por fin llegan las nubes sosegadas que anuncian la calma. La borrasca explosiva, por ejemplo, sigue en Gaza. Qué olor a pólvora sobre los civiles. El tiempo medio lo vive desde ayer Argentina. Todavía estamos con el miedo en el cuerpo, pero no se han cumplido los pronósticos de tormenta a favor del populismo ultraderechista de Milei.

Ahora, aunque algunos profetas tengan en la boca un soplillo, creo que el último temporal que afectó a Cataluña está a punto de pasar página. Los estudiantes universitarios salíamos a la calle en 1976 cuando la borrasca de la dictadura estaba a punto de abandonar la península. Cantábamos con la música de Heidi, aquella serie de dibujos animados: “Libertad, amnistía, estatuto de autonomía, queremos Constitución, qué bien, yo por mi partido votaré”. La amnistía fue la buena apuesta de los que querían pasar página en una crisis grave. La crisis de Cataluña no ha sido una guerra civil, por supuesto, pero sí fue grave y malintencionada, desde la presentación mezquina en 2006 de un recurso de inconstitucionalidad contra el Estatuto aprobado por los catalanes hasta la demagógica y falsa declaración de independencia en 2017.

Después de que la buena política haya conseguido cambiar en profundidad la vida catalana, creo que es el momento de tomar conciencia de que esta borrasca ha pasado. Bajo el ruido mitinero, no hay ya una tormenta.