Política y gobierno

Venezuela y el pataleo de Juan Guaidó › Mundo › Granma – Órgano oficial del PCC

Juan Guaidó, en Venezuela, está como Marco Rubio en Estados Unidos. El primero, asustado porque se le acabe el tiempo y con él, el dinero fácil, ese que ha confiscado ilegalmente la administración Trump en bancos extranjeros.

Rubio, también nervioso, tiene su mente puesta en las elecciones del 3 de noviembre en Estados Unidos, y preguntándose qué hacer si  no es reelegido Trump, pues es parte de la estructura de poder de la «industria» de la contrarrevolución que, desde la Florida, ha vivido por décadas favorecido por millones de dólares de los contribuyentes estadounidenses, incentivando agresiones militares y sanciones contra Cuba, extendidas contra Venezuela.

En la componenda de Juan Guaidó, sin duda, participaron, entre otros, Mike Pompeo, Donald Trump, Marco Rubio y Luis Almagro. ¡Qué manera de tener padres adoptivos el autoproclamado presidente!

Ambos personajes son astillas del mismo palo y, como tal, se han especializado en «vender su alma al diablo», como lo vienen haciendo desde sus respectivas «trincheras» de mentiras y de odio.

A Guaidó lo «cogió movido» el hecho de que en la República Bolivariana se celebren elecciones parlamentarias en diciembre próximo, que el gobierno legítimo de Nicolás Maduro decida optar por el diálogo y no por la confrontación, que fuesen indultados más de un centenar de presos, muchos de ellos opositores involucrados en actos terroristas, y que la unión cívico-militar siga aportando dignidad y valor en la defensa del país bolivariano.

Las noticias de esta semana, llegadas desde Caracas, evidencian la serenidad y el liderazgo de Maduro, comprometido con buscar la tranquilidad ciudadana en la nación y hacerlo con una política inclusiva y flexible, pero a la vez firme y de principios.

Una invitación a la onu y a la Unión Europea, para que participen como observadores en las elecciones legislativas de diciembre próximo, es la más reciente determinación del gobierno bolivariano, divulgada por el canciller Jorge Arreaza.

Me imagino la cara del señor Luis Almagro, secretario general de la oea, que se estará preparando para escenificar otra Bolivia en Caracas. Debe estar deseoso de que lo inviten, porque de seguro le queda alguna copia del guion que le preparó la administración estadounidense, y que aplicó inmoralmente en Bolivia.

Pero para un mecanismo tan desmoralizado como la OEA, no debiera haber gobierno legítimo que lo involucrara en decisiones soberanas. Quizá Bolivia debió tener en cuenta eso.

El sector opositor venezolano, por su parte, da claras muestras de posiciones encontradas, quizá la más mediática, la que escenifican el propio Guaidó y Henrique Capriles. El primero llamando a boicotear las elecciones, y el segundo convocando a participar en ellas, para «no dejar a la sociedad civil sin opciones», reportó EFE.

El indulto a detenidos, medida reconocida hasta por instituciones internacionales como la ONU y su Comisión de Derechos Humanos, y que evidencia el compromiso de Maduro y su gobierno con la búsqueda de la paz entre todos los venezolanos, ha sido tildado por Juan Guaidó como «maniobra política», a la vez que llamó a «no convalidar el fraude electoral» de diciembre.

Es decir, este fantoche Made in USA, ya tacha de fraude algo que no se ha realizado, y a lo que él y las agrupaciones políticas opositoras están invitados a participar en igualdad de condiciones.

Pero Guaidó es un perdedor aferrado a no reconocerlo, y una vez más –quizá pueda ser la última– acude a sus mentiras y, de seguro, hasta implorará a sus fabricantes en Estados Unidos que, al menos, no lo dejen sin empleo y sin dinero.

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