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Coahuila: La AIDH y el rol universitario en la agenda de derechos humanos

Uno de los principales objetivos de las universidades –y sobre todo de las universidades públicas– es la promoción y generación de ideas enfocadas a atención o resolución de problemáticas sociales. Con ello, considero, la Universidad cumple con parte de su compromiso social.

En ese sentido, desde su creación, la Academia Interamericana de Derechos Humanos (AIDH) se pensó como un espacio académico en el que pudiera estudiarse, investigarse y repensarse el derecho con enfoque en derechos humanos. Pero también para consolidarse como un semillero de personas preocupadas –y ocupadas– por las problemáticas que, en materia de derechos humanos, surgen en la comunidad.

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Ello con una visión crítica que permitiera profundizar en la teoría, pero llevando a la práctica las propuestas surgidas durante la investigación. Para lograrlo, la AIDH requirió el apoyo de investigadores e investigadoras formadas desde distintas perspectivas. El inicio del camino no fue nada sencillo, hubo incredulidad y resistencia frente a la posibilidad de abrir espacios que involucraran “nuevas” ramas o especialidades del derecho.

Con base en ello, las y los fundadores de la AIDH comenzaron poco a poco a investigar y difundir sus investigaciones sobre derechos políticos, género, personas migrantes y personas desaparecidas. Temáticas y problemáticas poco exploradas en el ámbito local. Por ello, la visión comparatista fue fundamental: analizar cómo las mismas problemáticas sociales eran estudiadas y atendidas en otras latitudes, para después contrastar su aplicabilidad en el derecho interno.

A través de la organización de actividades académicas, como conferencias, foros, observatorios, así como la generación de informes y diagnósticos, el personal de la AIDH ha promovido la visibilización y el planteamiento de propuestas para la atención de las violaciones a derechos humanos. Fue precisamente en uno de los eventos académicos que, de manera personal, yo me convencí –aproximadamente hace diez años– en comenzar una carrera profesional académica enfocada en los derechos humanos.

Particularmente fue un observatorio que reunió, en un espacio universitario, a familiares de personas desaparecidas en donde decidí comenzar a estudiar el fenómeno de la desaparición forzada de personas y sus graves consecuencias. Gracias a la oportunidad que me ha brindado la AIDH he podido formarme como investigador y profesor, teniendo la posibilidad también de desarrollar trabajos de investigación en la materia.

Por ejemplo, junto con mis colegas de la AIDH, hemos participado en la elaboración de distintos proyectos y programas con impacto práctico, como el Programa Estatal de Derechos Humanos, así como Planes municipales sobre derechos humanos.

Pero de forma particular una de las líneas de investigación prioritaria de la AIDH es la desaparición de personas. En ese sentido, se han desarrollado distintas iniciativas y proyectos sobre esta grave problemática.

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Por ejemplo, en materia de investigación, se realizó un informe sobre el mecanismo de diálogo entre colectivos de familiares de personas desaparecidas, autoridades locales y organizaciones de sociedad civil que, desde hace diez años, se implementa en Coahuila. También se han desarrollado dos diagnósticos sobre los principales derechos que se les vulneran a las y los familiares de las personas desaparecidas luego del hecho victimizante. Producto de ello se acompañó el impulso de los colectivos y el gobierno para crear el PROFADE, programa pionero a nivel nacional para la atención prioritaria e integral a familiares de personas desaparecidas.

En el mismo sentido, la AIDH ha acompañado distintos procesos y espacios generados por las familias en Coahuila. Por ejemplo, el proceso de designación de la persona titular de la Comisión de Búsqueda Local (CLB) y de la Secretaría Ejecutiva del Grupo Autónomo de Trabajo, así como de las personas que ocuparán la titularidad de la Subcomisión Jurídica y la Subcomisión de Búsqueda de la CLB.

Además, para difundir las investigaciones en la materia, bajo el sello de la AIDH, se han publicado artículos, tesis y libros, en donde se profundiza científicamente sobre los derechos de las personas desaparecidas, pero aterrizados en la práctica para lograr que dichos conocimientos lleguen a más personas y sean utilizados por ellas.

También se ha capacitado, en materia de derechos humanos, a integrantes de los colectivos de familiares de personas desaparecidas, a personas servidoras púbicas y a representantes de organizaciones de sociedad civil. Gracias a ello, muchas personas en Coahuila cuentan con diplomados, especialidades y maestrías enfocadas a la erradicación de la desaparición, la búsqueda de las personas desaparecidas y el acceso a la justicia y la reparación del daño.

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En ese sentido, creo que es posible agrupar en tres rubros las principales funciones o roles de la Universidad frente a los derechos humanos: estudiar, investigar y analizar las problemáticas sociales; difundir los resultados y capacitar a las personas que intervienen en la temática (personas en situación de víctima o personas vulnerabilizadas, agentes del Estado, y sociedad civil); y proponer mecanismos y líneas de acción para la atención de las problemáticas sociales.

Eso, me parece, ha sido –y seguirá siendo– el objetivo de la AIDH y las personas que la integramos: luchar, desde un espacio académico, por la defensa y garantía de los derechos humanos.

El autor es Coordinador General de la Academia Interamericana de Derechos Humanos

Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH

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