Le quedan 54 semanas en Palacio Nacional pero ya hay fracasos monumentales a la vista gracias a las cifras del presupuesto 2024 recién presentado por Hacienda. Uno es Petróleos Mexicanos, la empresa que iba a ser rescatada y se convertiría de nuevo en palanca de desarrollo económico y pilar de la soberanía nacional.
Si Moisés abrió el mar, el mesiánico mexicano haría otro milagro: el petróleo manaría en abundancia de las tierras y aguas someras gracias a rápidos y certeros descubrimientos. Nada de inversiones conducidas por tecnócratas corruptos que realmente buscaban el fracaso de Pemex. La empresa sería manejada por patriotas con cualidades muy apreciadas por el Licenciado: cero conocimiento y absoluta lealtad hacia su persona. En primerísimo lugar, un agrónomo.
Al tiempo que aumentaba la producción, las seis refinerías existentes serían reconfiguradas y modernizadas, por supuesto con rapidez y eficiencia. Pero además se construiría una nueva, en apenas tres años y a un costo de ocho mil millones de dólares, o incluso menos gracias a que la haría Pemex, dado que ninguna empresa extranjera se había atrevido a aceptar el presupuesto y plazo estipulados.
En 3-4 años todo estaría listo para concretar el brillante plan presidencial: la totalidad del crudo producido en México pasaría por las modernizadas refinerías. Gracias a ello se dejarían de exportar crudo e importar gasolinas. En la deslumbrante analogía del tabasqueño, ya no se venderían naranjas a los extranjeros para en cambio comprarles un jugo de naranja más caro.
El gobierno quedaría así libre de esa atadura que era el mercado internacional. ¿Qué importaba si el precio del crudo subía o bajaba? El Sistema Nacional de Refinación (así de grandilocuente) estaría trabajando a toda capacidad, con eficiencia y honradez, ganando dinero a carretadas. La gasolina podría venderse mucho más barata a partir de 2022 o 2023. Además, parte de las ganancias de Pemex se canalizarían a gasto social. Una estrategia, como tantas de López Obrador, brillante.
La realidad ha sido un poco diferente. La producción de crudo de Pemex en 2018 fue de 1.802 millones de barriles diarios (mbd). Para 2024 la Secretaría de Hacienda establece un promedio de 1.983 mbd en total. Sin productores privados (los que detesta tanto el Licenciado que frenó nuevas concesiones apenas tomó posesión) la cifra será de 1.897 mbd, 5.3 por ciento más. Un resultado pobre considerando que la empresa ha invertido 78 mil 300 millones de dólares, casi todo en exploración y producción, en los últimos cinco años.
Hacienda establece además que en 2024 se exportará la mitad de esa producción (994 mil barriles diarios). En otras palabras, se seguirán vendiendo naranjas. Porque eso de producir jugo de naranja, además, es un negocio ruinoso, al menos para Pemex. Entre 2019 y 2022, las refinerías han perdido 706 mil millones de pesos. Esa cifra explica que la empresa haya acumulado pérdidas en el mismo periodo por 986 mil millones. La gasolina barata resultó tan fantasiosa como las ganancias para gasto social.
Todo esto sin contar Dos Bocas, que hasta 2024 habrá costado 22 mil millones de dólares, casi el triple del presupuesto original, y que sigue sin producir nada. Eso sí, el Licenciado la inauguró hace más de un año.
Pemex era uno de los grandes sueños fantasiosos del mesiánico. Lo que trajeron sus ocurrencias, improvisación, ineptitud y corrupción fue un fracaso con un costo astronómico, uno de los muchos que tendrá su sexenio.
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