Arte & entretenimiento

EN ESTA SEMANA SANTA LA BANDA DE MUSICA ( Y otros muchos…)NOS HA QUITADO UN POCO DOLOR, por Jóse Muñoz Torres

Un año mas, la Banda de música Villaharta, nuestra bada, ha querido que acompañe con mis palabras su Concierto de Semana Santa. Su director, Alberto Alberto Paris Iniesta, me comentaba, -antes de empezar-, que este año iban a echar mucho de menos la ausencia, el calor y los aplausos, pero creo que después de oirlos, se habrán sentido dichosos de haber conseguido, con su Pregón-musical, que parte de nuestro dolor fuese olvidado. Me gustaría poder citar a todos sus componentes pero no me es posible, asi que permitidme que a través de su director, Alberto y de dos de sus directivos, Javi y Cristopher, os de las gracias a todos. Yo pongo mis palabras como eco de vuestro cantar. Decía al inicio del concierto, -aunque me gustaría seguir diciendo al principio de vuestro pregón-, lo siguiente:

Nuestro dolor inevitable, no puede ser una losa pesada que agobie a los que nos rodean. Nuestro dolor, a veces, hay que esconderlo y libre de él, aparentemente, tender la mano abierta a todos los que nos rodean, una mano tendida que diga “no estás solo, no estás sola, estamos aquí, no te preocupes”. Luego después retiraremos nuestra mano y dejaremos que nuestro dolor se vierta y se derrame por nuestras caras, de igual manera, que sin saber cómo, nos ponemos delante de esa Virgen sencilla, nuestra -y de todos-, Virgen de la Paz. Y la miramos de frente y se nos viene toda nuestra vida a los ojos y sin decir nada, reimos, lloramos, sentimos,… y salimos a la calle como si una aire nuevo nos hubiera hecho recobrar la vida. Dejad que la música que desgranan, con entrega y cariño, los generosoros intérpretes de nuestra banda, nos invada y así, a su compás, podamos abrir la memoria y que ella vaya descorriendo cerrojos y entremos, sin miedo, en la habitación, quizas muchos años cerrada, donde se amontonan todos los recuerdos de nuestra vida. echémosle un vistazo. No hay que hacer mucho esfuerzo. Es, simplemente, acercarnos a un tiempo pasado que quizas habíamos olvidado. Y es, en estos momentos, cuando aparece nuestra banda de música, y decide que hay que seguir viviendo y esta tarde/noche, una batuta, más emocionada y entusiasmada, en las manos de su director, se levanta hacia el cielo y una mano abierta da la señal con esperanza y confianza,… y las notas musicales se expanden, dispustas a abrir nuestros corazones y limpiarlos, en todo lo que puedan, de ese dolor que llevamos dentro durante ya tanto tiempo.”

Desde entonces muchos de ellos nos han dejado. Una formación de la banda en sus primeros tiempos.

En otros años me limitaba a explicar un poco datos acerca de la marcha, generalmente, que se iba a interpretar, algún que otro año intercalaba algún comentario o poesía de las diversas semanas santas, de sus saetas, de su ambiente que era lo que había dado lugar a esas composiciones. Pero este año era algo distinto y los comentarios paartieron como un pequeño comentario que ayudase a abrir el recuerdo de tiempos pasados, cuando en Villarta no había banda ni tampoco se presentía que alguna vez la hubiese. A veces las cosas surgen de una forma tan informal que nadie podía esperar que el proyecto llegara a buen puerto. Pero si un joven maestro ( de escuela), aficionado a la musica, habla con algunos otros que tuvieron experiencia aunque fuese con aquella inicial banda del maestro Colo-Colo (Los mayores que recuerden aquellos tiempos que me rectifiquen nombres) y de esas conversaciones pero,antes de seguir con las palabras que dije en vuestro concierto de Semana Santa de 2021, permitidme que recuerde algunos de los que hicieron posible esta banda: Juan Manuel Aranda, el maestro, Cosmin, David Tendero, Francisco, Alfonso, el Poli, Apolonio, Diego,.. y tantos otros que no logro identificar y tambien que mire al futuro mirando en vuestro concierto a ese grupo de jovencísimos percusionistas que, aparte, su entusiasmo y buen hacer, se ayudaban unos a otros, en el mejor desarrollo de la música. Había otros de pueblos próximos que quiero representar en la figura de Emilio, con su sempiterno sombrero, que casí todos los días de fiesta, desde Herencia, deja oir su música para el guasap del Grupo de Estudios del Campo de San Juan.

Mis palabras fueron intercaladas como recuerdos que la banda habían despertado, recuerdos que me hacía recordar tiempos ya muy antiguos y que os transcribo (la pena es que no pueda poner la musica que llenaba de emoción mis palabras). Decía así:

Villarta era un pueblo que ahora nos cuesta trabajo reconocer. Ibamos por calles empedradas, menos la carretera que estába adoquinada. Bajábamos hacia la iglesia por la carretera  de la mano de nuestras madres y subíamos por el paseo de la Iglesia. Ya empezaban a brotar aquellos viejos árboles del paseo que dieron todo cuanto tenían hasta quedarse huecos y no muy bien cuidados. En el pequeño anchurón entre el descuidado parquecillo ( se hizo en 1946 sobre el viejo cementerio),  y la iglesia se ha ido reuniendo la gente. Ya está una imagen de Jesús en la borriquilla esperando a que el cura termine de decir la misa para empezar la procesión. La imagen, la misma que ahora, se llevaba a hombros ¡Ah claro es el domingo de Ramos! Incluso en aquellos años de malestar los padres intentaban llevar a sus hijos con algo nuevo. Bueno, las madres…¡Algo había que estrenar que el Domingo de Ramos quien no estrenaba nada se quedaba sin manos, decía el antiguo dicho. Al salir el cura con sus monaguillos, las mujeres y los niños hacian filas a los dos lados de la imágen. Los padres y los muchachos iban detrás de la imagen. Algunos, para hacerse notar más, llevaban la palma que les había dado su padre. Y, de vez en cuando,  echaban una mirada de reojo para ver a quien miraban las chicas… Ya, en muchos de nosotros, la vida nos ha hecho callos. Y el tiempo no deja que fácilmente abramos nuestra memoria. Pero aún así, recuerdo, que hemos dejado la mano de nuestra madre ¡Cuántas veces la hemos dejado!. Distinguimos, entre los hombres,  claramente, a nuestro padre. Va sin palma. Se la habrá dado a nuestro hermano mayor. O quizás este año no ha podido cogerla. Las encargaba el Ayuntamiento y claro ¡no había palmas para todos!. No recuerdo bien el recorrido pero ese año al menos la procesión de la borriquilla iba por la carretera arriba. Acabamos de pasar junto a la báscula (donde ahora está el Kiosko). Algunos hombres mayores que estaban sentados en las piedras, que hacían las veces de “poyetes”, que resguardaban la báscula. Al paso de la procesión se han puesto de pie y se han quitado la boína que aprietan con una mano. Los hombres, igual que ahora, no eran muy de misa ni iglesia, pero hoy era un día especial y al menos tenían que ver la procesión. … Y así volvíamos a la Iglesia Vieja.

Domingo de Ramos ( Fuente: Villarta de San Juan. Historia de un pueblo y su gente)

Luego por la tarde… como siempre: los chicos en la calle, o en el cine que los días de fiestas ponía el cura, creo recordar que era Don Pedro, en el salón que había en su casa. Otros, un poco mayores, bajaban al río, tirando piedras de las paredillas del puente al río, -entonces con agua y masiegas, carrizos y corregüelas que ascendían por ellos; asustábamos a los patos y a otros “bichos” que no desaparecían tan rápidamente. Algunas pandillas  de chicas risueñas, dándoles coba a otra panda de chicos que iban tras ellas; parejas de novios con sus acompañantes, que eso de ir solos no estaba bien…. Los padres en alguna casa echando la partida de truque, como si fuera domingo y así, cuando menos nos dábamos cuenta, se iba haciendo de noche y volvíamos a casa… Y nuestras madres, que no habían salido, esperando pacientemente que unos y otros llegásemos.

La semana santa en Villarta era corta. Después del domingo de Ramos no había más festividades hasta el Jueves y Viernes Santo. Eso si, los chicos teníamos vacaciones, eso cre recordar. Los árboles de “panisequillo” (esas falsas acacias que ya no se ven en nuestras calles) y que había junto a la escuela, brotaban rápidamente, sin que esos días le quitásemos  sus flores. ¡Y nos las comíamos! [Y vienen ahora los de la nueva cocina a hablarnos de platos con flores que se comen]… Que bien se recuerdan aquellos días sin escuelas. Los maestros tenían la mano muy larga, auque utilizaban otros medios como sus palmetas. Alguno de ellos, con su “Pepa”, la palmeta administradora de castigos, Don Miguel, el maestro de Manzanares, jugaba con nosotros a los “santos”. Si se le daba bien el juego nos vendía los “santos que nos había ganado, aueque esa tarde la clase era más corta. Lo recuerdo muy bien y a algunos de sus alumnos, como El Boli,  que hacían ostentación de que los palos de la palmeta no le hacía daño alguno. Algunas madres también descansaban porque a algunos de los chicos no nos gustaba la escuela, a mi por lo menos, y casi tenían que llevarnos a rastras, así que en esos días sin “escuela” los chicos estábamos medio “ralencos”… En cualquier caso eran días largos y monótonos aunque ¡no había que hacer tareas de la escuela!. Las mujeres arreglando la casa, o liadas en la cocina preparando alguna comida especial para esos días. Al menos algún dulce: torrijas, natillas, arroz con leche,… Alguien esperaba en la “pava” (luego se le llamaba la Sepulvedana), esperando la llegada de Madrid de algunos de los pocos chicos que allí estaban estudiando. Por alguna ventana, entreabierta y con cuidado, algunas chicas oteaban para ver a los estudiantes que llegaban de Madrid.

A los que ya  “setenteamos”, cuando empezamos a hablar de las cosas de antes,  es conveniente que alguien de confianza, eche la llave a la habitación de nuestros recuerdos, porque los recuerdos se amontonan y algunas veces puede que nos pongamos un poco cansinos. Pero es algo normal. Cuando pase el tiempo todos recordaremos y contaremos muchas cosas de ahora. Hablaremos de mascarillas, de no poder salir a la calle; hablaremos de los que, sin necesidad, sí salían; hablaremos de esos cohetes que, durante bastante tiempo, subían hacía la Virgen, todos los día a las ocho en punto de la tarde, pidiéndole que nos cuidara; les hablaremos de esos agricultores que después de su trabajo diario, cogían su “trastor” iban echando un humillo a su paso para acabar con el maldito COVID (Miguel Angel, los organizaba bien); hablaremos de ese tañer de campanas con que Don Vicente, nuestro cura de entonces, -todo humanidad-, nos daba la mala noticia de algún nuevo  muerto,… En esos días la iglesia permanecía abierta mas de lo habitual y en ella, el cura de turno, don Pedro, don julian, don Pablo, Don  Jose Maria, Don Luis, Don Manuel ,…  y algún predicador echaban horas extras confesando a la gente. Los mas recientes, Valentín, Juan Carlos, Vicente, Oscar, tenían ya otras formas, otras maneras, de preparar la Semana Santa. Entonces era casi obligación que, al menos alguno de los días de Semana Santa, sobre todo el Jueves Santo, se comulgase… Eso lo llevaban muy mal los hombres… -¿Pero qué le voy a decir al cura?. Tu verás, le decía la mujer, pero no vas a ser tu el que no vaya.. Y muy a su pesar el hombre, emprendía el camino a la Iglesia. Eso los que no trabajaban porque ya no podían, que entonces había pocos jubildos y había mucho que aguantar en la brecha, pues lo de la jubilación y la pensión, todavía tardaría en llegar… algún tiempo. Por la tarde, los hombres, un rato de siesta en la banca de la cocina; las mujeres terminando de arreglar la casa, sin hacer mucho ruido para no despertar al marido; los chicos, dando vueltas por las calles o alguna pequeña “plazoletilla”… o jugando al futbol en el pasto,… y las chicas ¡soñando!.

Fotografía de Ejercicios Espirituales ( Fuente: Villarta de San Juan. Historia de un pueblo y sus gentes)

Fotografía de mayores preparando la cuaresma (Fuente: Villarta de San Juan. Historia de un pueblo y sus gentes)

Si hacía buen tiempo, no había problema, los hombres que no estuvieran trabajando, en la calle, comentando, “cotilleando”, tanto o mas que las mujeres. y la mujer que pasasen por delante de ellos buen “repaso” le hacían. Casi todas ellas, si podían evitaban pasar por donde ellos estaban… Si no tenían que salir se encontraban tranquilas y a gusto.. de que los hombres no estuvieran en casa,… sobre todo los chicos, ¡Siempre en medio, estorbando: “¡Con lo bien que estáis en la escuela!”; ” ¡Que a gustico estarán vuestros maestros, sin vosotros”. Las jóvenes habían estado haciendo ejercicios espirituales, casí todo el día, en los salones de la casa del cura. Todo el santo día hablando de sacrificios, mandamientos, de que había que ser buenos,.. La que más y la que menos, para sus adentros, pensaba en otras cosas, bastantes mas agradables, y deseaban que llegaran pronto las siete de la tarde para bajar juntas todas las amigas a la iglesia para ir a hacer la visita al Santísimo. “¡Mirad que modosicas!”, decían algunas madres.  Y ellas, despacio, sin prisas, para ver si esa noche podían ver a Jesús, (o Juan, o Pepe, …) con cierta tranquilidad,… ¡A Jesús y a sus amigos…! Que no había forma de que se acercaran… Las más mayores estaban en la Iglesia preparando el Monumento para el Jueves Santo y ayudadas por algun joven animoso terminaban de tapar a todos los santos de la iglesia con un paño morado, que así debían estar todas las imágenes de la Iglesia hasta el Sábado, hasta la resurrección de Jesús. La verdad es que la iglesia quedaba un poco… vamos, que daba un poco miedo verla así. Sobre todo si el gran cuadro del purgatorio, el que estaba a la izquierda de la puerta de entrada, sobre la pila del agua bendita, no quedaba bien cubierto por el paño morado y quedaba algún brazo del cuadro asomando entre las llamas que representaban el purgatorio… Al final la iglesia se quedaba como debía de ser, y además se ensayaban algunas canciones apropiadas ……

Jueves Santo. Ese día, por la mañana, era un zafarrancho total en las casas. En las cocinas aparecían calderetas, de aquellas antiguas de latón, con agua caliente para proceder al “japoteo” de los días de fiestas. Para algunos el “japoteo”, se hacía con más cuidado porque ese año les iban a lavar los pies en el lavatorio de la misa. Luego, por la tarde,había que ir con tiempo  a la iglesia, a ”coger sitio”. Los hombres, ese día, muchos a regañadientes, no echaban la partida de truque y se tenían que  poner el traje de las grandes fiestas, ¡sin la boína!. En algunos de ellos se apreciaba claramente, la blancura de la cabeza que siempre llevaban a cubierto con la boína y que no recibía ni el aire ni el sol, yo creo que alguno no se la quitaba ni para edormir… Las mujeres ocupaban la parte delantera de la iglesia y los hombres, apretados, aunque no hubiese muchos, la parte cubierta por el coro. Algunos reclinatorios, con el nombre de su dueña puesto, ocupaban una parte principal de la iglesia. El monumento, donde se guardaría el Santísimo, estaba radiantemente preparado porque a partir del final de la misa de la tarde, la iglesia quedaba abierta para que los fieles con sus mejores vestidos y sobre todo las mujeres con sus mejores velos pudieran ir a ver el Monumento [El velo en las mujeres era obligatorio y si hacían buen tiemo y llevaban el vestido de manga corta, debían cubrir todo el brazo ¡con manguitos!. Dias antes a los hombres se les enviaba una invitación para velar a Jesús desde el final de la misa hasta el comienzo de los Oficios del Viernes Santo. No cabe la menor duda, de que era un día muy especial. En las casas se daban los últimos toques de plancha a los hábitos de los nazarenos. Esperando para ir a la procesión. Sencilla, silenciosa, respetuosa. Pocas imágenes, Jesús con la cruz a cuestas, la virgen de los Dolores,.. hacían el trayecto. Los nazarenos, al principio solo estaban los morados, ocupaban en largas hileras las calles pegados a las aceras, mientras Pablito y Paco Garrigos, con sus estandartes de Hermanos Mayores, iban poniendo orden en la, no muy lenta, procesión. Luego después apareció la Hermandad creada por Diego, el andaluz, los negros con sus capas blancas y, finalmente mientras disminuia el número de penitentes, apareció la Hermandad que iba con sus trajes verdes y rojos.  Pocas saetas, y alguna canción entonada, sobre todo por las mujeres, cubrían el recorrido.  

Tambien desfilaban chicos de falange, vestidos con la camisa azul y una antorcha, mientras Chencho y otros con su cornetas y otros  tocando el tambor, les iban marcando el paso… Y así volvíamos a la Iglesia Vieja. A partir de ese momento siempre había alguien a la puerta de la Iglesia para cubrir los huecos de los que faltasen a el velatorio…..

Viernes Santo. Y llegaba el día que el pueblo quedaba en silencio, inmóvil, pensativo y dolorido. En ese día a los chicos se nos había prohibido, correr, saltar, jugar, pero “¡Qué hacéis niños! ¡Estaos quietos que se ha muerto el Señor!”. Eran otros tiempos pero incluso las mujeres tenían como cosa mal vista arreglarse y no digamos pintarse, como mucho un velo negro tapando su cabeza, porque ese día estaba muriendo un Hombre: Jesús. Poco a poco, con los años las cosas fueron cambiando y si me apurais solo quedó la tradición generalizada: la del potaje de Semana Santa, a nivel global. ¡Hay que seguir la tradición!. La tarde, en la iglesia, en los oficios de tinieblas, donde se iba a recordar la muerte injusta de un hombre justo, se dejaban ver y siguen dejandose ver muchos huecos [Ahora es mas normal porque la Iglesia es mucho mas grande]. Ahora es día ya no es como era antes, ni mucho menos: se sale, se pasea, alguna cañeja en los bares esperando la procesión del silencio… Ya desde hace años (unos treinta años) la banda de música se preparaba para acompañar el cortejo de imágenes dolientes; Al principio era la banda de tambores y cornetas comandada por Chencho; hasta hace poco, la banda de tambores y cornetas, dirigida por Paco Loro, se turnaba con la banda de música en el recorrido. Y de pronto, -recordando a la Maria, la saetera de Villarta-, una voz se levantaba trémula desde algún balcón o alguna ventana,…. No hemos sido pueblo de saetas pero será muy difícil olvidar la queda voz de aquella mujer, cantando a Jesús ya en la cruz, y ella a sus pies agarrada a la carroza, desgranando su oración… Antes de la procesión se decía el sermón de las siete palabras pero poco a poco se fueron perdiendo en el silencio….

María, nuestra saetera “de siempre” ( Fuente: Villarta de San Juan. Historia d eun pueblo y su gente)

¿Perdiendo? ¡No se han perdido!. Como en un sueño, los dos últimos años se nos han presentado como una pasión vivida. Nunca el silencio de nuestras procesiones que no han podido celebrarse, ha sido tan profundo como las de estos dos últimos y terribles años. Nunca en la pequeña historia de nuestro pueblo habíamos tenido el dolor tan grande y tan numeroso. Durante estos dos años, nuestras calles, se han llenado, aunque no las viésemos, de multitud de cruces, de esas cruces de cada día, abandonadas porque los que las llevaban han caído bajo su peso y han sido ayudados para subir su dolor hasta esos grandes calvarios, hasta esos hospitales, donde, al menos, había los suficientes penitentes que ayudaban a que esos hermanos nuestros sobrellevasen el dolor, o donde al menos no había ni centuriones ni soldados que les insultasen o repartiesen su ropa. Las hermandades de los blancos, de los verdes (médicos, enfermeras, auxiliares, celadores..), esos innumerables penitentes que han hecho brillar sus antorchas de sacrificio, de entrega, de dolor compartido, … han recogido sus ropas y las han guardado para esperar su recuperación y han dejado que su sudor, sus lágrimas, cayesen sobre tantos Jesús agonizantes. No han caído a los pies de las cruces pero si han estado pegados a los que en ellas morían…..

Nunca habíamos visto a tantas Madres de la Soledad, intentando llegar a los pies de sus Jesús, nunca se había visto tanta Soledad desfilando por pasillos, esperando la voz: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Nunca, ha habido, tan pocas manos para llevar a Jesús al sepulcro.  Los que entonces, los que hace mas de dos mil años, estaban frente a la cruz riéndose del que en ella moría, en estos días no han tenido valor,  y se han escondido para no ser vistos aunque seguían y siguen “malmetiendo”, como se dice vulgarmente. Y mientras, por esa procesión tan lenta, por las calles de nuestro pueblo, se llenan pensamientos, recuerdos, penas y dolores, a cada paso…..

Un corto Sábado Santo o de Gloría como antes lo llamábamos. Después del dolor del Viernes Santo, que estos dos años no ha sido un sólo día, sino muchos e interminables, hemos regresado a nuestros hogares. Con los ojos llenos de lágrimas, con el corazón roto,.. En muchos casos no hemos podido ni despedir a nuestro Jesús,… Hablamos de él como si no se hubiese ido, como si dentro de un rato volviese. Deberíamos descansar pero ni la casa tan silenciosa nos lo permite. Están ellos presentes: “¿Os acordais cuando decía…?” “¿ Os acordáis de aquella vez..?” “¿Si estuviera ahora diría..?” Y van pasando las horas…

Y los padres, el marido o la mujer, los hijos, los hermanos, o esos amigos tan entrañables de toda la vida, cansados de tanto dolor, se dejan vencer por el sueño…  Poco a poco la luz del día se cuela por las rendijas de la ventana, y una música sentida, entregada, hecha con esfuerzo nos va llegando como un sencillo recuerdo para decirnos que no se han ido, que están junto a nosotros, que viven dentro de nosotros y de nuestros recuerdos y qué es tiempo para ver su vivir de nuevo, terminando lo que dejaron sin terminar, disfrutando de todo lo que terminaron, recordando sus formas de ser, su voz, sus abrazos, su vida, porque para todos nosotros siempre estarán junto a nosotros, en ese Sábado de Gloria.

Y llegamos al domingo de Resurrección. Hace ya muchos años que no cuelga ningún “Judas” de las ramas de algún árbol. Hace ya muchos años en que no necesitamos irnos a la casa de Don Vicente o a la Sierra, o a alguna casa de campo a pasar el día. Ahora después de tantas cosas que han psado estos días, volvemos un poco a la realidad del día a día. Los que viven fueran si han podido venir ( que muchos han venido aunque no se pudiese) se van marchando a su viviendas habituales. Pero en el ambiente están todos: los que hablan, los que callan, los que creen y los que dudan, los blancos y los que son de otro color, los que dan y los que reciben, los que trabajan y los que quieren trabajar, los que han salido al balcón y aplauden, los que han salido al balcón y lloran, los que saben cantar y cantan para alegrar la vida de los demás…. Son tiempos difíciles pero hay que seguir adelante. Ahora es el momento de recordar a esos personajes que supieron hacer lo que sabían y lo que tenían que hacer; es el momento de sacar a relucir su valor, su entrega, su buen hacer, su esperanza y fundamentalmente su vida porque todos, en gran o pequeña medida, merecen que sepamos salir adelante.

Las campanas de la Iglesia nos han servido para compartir el dolor, para que la soledad de nuestras calles se llenen, al menos, de un sonido que nos llama a recordar a los nuestros, a una oración por parte de los que creen, a un sentimiento respetuoso por parte de los que no creen. Y como siempre, siempre habrá unos pocos cohetes  que atados a sus carrizos lleven ramos de recuerdo, esperanza y cariño para que la Virgen de la Paz, nos acoja a todos y ayude y proteja a todos los que luchan incansables por mantener nuestra salud. Y de parte de todos los que hayáis oído ese impresionante pregón músical de nuestra Banda, un agradecimiento muy especial a todos los componentes de la Banda de Música Villaharta que han querido y sabido compartir con nosotros esta nueva Semana Santa, en un pregón especial, el suyo,  que alivie con su música nuestro dolor y  nuestra soledad y nos haga recobrar la esperanza. Gracias Alberto y a todos los componentes por vuestro trabajo por haber abierto esa habitación olvidada de nuestros recuerdos.

Las fotos han sido recogidas de la página de la Banda de Música

José Muñoz Torres, Cronista Oficial.

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