Salud y Comida

La Homeopatia y la Felicidad. ¿Están conectadas?

“La Universidad de Yale ha creado un curso que enseña nada menos que a ser feliz. En solo unos meses se ha convertido en el de más éxito de su historia, el que cuenta con más alumnos matriculados”. Así comenzaba un artículo que hace poco encontré en un semanal de los domingos. 

Yo creo que si algo nos une a todos los seres humanos, por encima de todo, es el deseo de ser felices. De hecho todos intentamos construir nuestra vida en torno a cosas, actividades, vínculos y relaciones que creemos que nos proporcionarán ese estado de felicidad. Pero la cosa es que no creo que tengamos muy claro que es la felicidad y, sobre todo, cuál es la forma de hacer que ese estado se instale en nuestras vidas.

¿Por qué tendríamos que tener claro qué es la felicidad y cómo conseguirla si nunca nadie nos lo ha enseñado? Lo que sí que han hecho es adoctrinarnos, generar un modelo de sociedad de consumo, competición y productividad sin límites y hacernos creer que si no entras por ahí no eres correcto. Y eso no es educar, eso es adoctrinar.

Así que cuando vi este artículo pensé: “Que bueno. A ver qué se cuenta esta gente.” 

Lo primero que me gustó fue la afirmación de que el 40 por ciento de nuestra sensación de felicidad NO depende ni de nuestro nivel de vida ni de nuestra genética sino de nuestro esfuerzo y de la forma de encarar la vida. La felicidad depende, más que de otras cosas, de esfuerzo y hábitos. 

Para apoyar esto pone el ejemplo de Estados Unidos en donde la renta per cápita de su población se ha duplicado desde 1972 y, en cambio, la sensación de felicidad ha disminuido y se recetan cuatro veces más antidepresivos que hace veinte años.

En el artículo la Dra. Santos, doctora en psicología y biología y directora de este curso, comentaba dos cosas muy significativas, a mi entender, en relación a la naturaleza de este curso:

  • Es un curso que se centra en el comportamiento y en el cambio de hábitos.
  • La felicidad se aprende como se puede aprender a tocar un instrumento. Solo hay que practicar.

Y me encantó porque, además, hace tiempo que yo también lo creo profundamente. Y si a ser feliz se aprende:

¿Cuáles son las claves que proponen en este curso?
¿Por qué no somos felices?
¿Qué podemos hacer para serlo? Al menos un poco más.

Se plantean 8 lecciones básicas para comprender la naturaleza de nuestra felicidad…y de nuestra infelicidad. Si os parece, las resumo.

  1. El autoengaño.

Casi todo lo que pensamos que nos va a hacer felices no lo hará. En psicología se llaman “prejuicios cognitivos”. 

  1. La regla del cuarenta por ciento.

Creemos que las circunstancias de la vida juegan un papel fundamental en la felicidad y, en realidad, solo cuentan en un diez por ciento, siempre que tus necesidades básicas estén cubiertas, por supuesto.

Parece que un cincuenta por ciento tiene que ver con la genética, lo constitucional. Y esto en Homeopatía lo entendemos muy bien.

Y aquí viene la buena noticia: nos queda un cuarenta por ciento sobre el que sí que tenemos poder. Son nuestros hábitos, pensamientos, actitudes y acciones.

  1. El termostato emocional.

Cuando te toca la lotería o te ascienden en el trabajo, por ejemplo, hay un momento en el que se da un pico de felicidad que viene a durar un tiempo de manera que, más o menos, al año la sensación de felicidad vuelve a los niveles anteriores.

Esto se explica porque parece ser que la sensación de felicidad permanece estable a lo largo de la vida, como un termostato ajustado a ciertas temperaturas, pero podemos manejar este termostato para colocarnos en el nivel de temperatura que deseemos.

  1. La adaptación Hedonista.

Y por qué volvemos a nuestro nivel anterior de felicidad: porque nos acostumbramos a lo bueno. Nuestra mente se adapta y reajusta expectativas. Y siempre quiere más. Ella es así.

  1. El sistema “psicoinmune”.

Esto tiene que ver con la resilencia, con la capacidad de adaptarnos a la adversidad. En el curso explican cómo se ha visto que muchas personas que han sufrido graves desgracias, como quedarse parapléjicas tras un accidente, con el tiempo su sensación de felicidad volvía a ser la que tenían anteriormente a la desgracia.

Así que de lo que se trata es de fortalecer nuestro sistema “psicoinmune” como haríamos con nuestro sistema inmunológico cuando queremos estar más fuertes frente a las infecciones.

  1. El tope salarial de la felicidad.

Esto es buenísimo. Lo que se dice, en resumen, es que cuando ganas poco dinero el aumento de tus ingresos si puede generar mayor sensación de felicidad pero solo hasta un punto a partir del cual la relación más dinero-más felicidad ya no se cumple.

Y lo mejor es que se ha calculado cuánto es esa cifra: 65.000 Euros al año. Ahí lo dejo.

  1. El síndrome de la medalla de plata.

Nuestro cerebro valora las cosas en términos relativos y tendemos a compararnos con los que son más guapos o tienen más éxito.

En el curso explican cómo se vio que la sensación de éxito y felicidad era mayor en los deportista que habían conseguido la medalla de bronce en los juegos olímpicos  que en los que habían conseguido la plata. Unos se sentían muy dichosos por haber podido subir al podium, en los otros pesaba más la frustración de no haber llegado a ser los primeros.

  1. La fábrica de sonrisas.

La buena noticia es que, a largo plazo, la felicidad se puede manufacturar y la fábrica es nuestro pensamiento, nuestros sentimientos, nuestros hábitos y nuestra voluntad.

No sé vosotros, pero yo me identifico con muchos de esos mecanismos mentales. Y, como decía, la buena noticia es que en este curso también proponen “deberes”, ejercicios de reprogramación mental y emocional. Si os parece os voy a comentar algunos de ellos, los tres que más me han gustado, porque me parecen verdaderamente útiles.

  1. Disfrutar del presente.

La propuesta consiste en disfrutar de una experiencia positiva, agradable, como una buena conversación, un paseo por el parque, una naranja deliciosa…y hacerlo con toda la concentración en el momento posible.

Y además proponen que, al final del día, lo anotemos en algún sitio de manera que vayamos haciendo el hábito de vivir y revivir buenos instantes con intensidad.

Con este trabajo vamos desprogramando nuestra tendencia a acostumbrarnos a lo bueno, lo que es la adaptación hedonista.

  1. La gratitud.

Los estudiantes deben escribir todos los días cinco cosas por las que dan las gracias y deben dar las gracias personalmente o por e-mail a esas personas que hayan tenido que ver con alguna de esas cosas buenas que agradecen.

Parece ser que la gratitud está directamente relacionada con la sensación de felicidad; cuanto más agradecidos somos con la vida mejor nos sentimos.

  1. La bondad y el altruismo.

Se les pide a los estudiantes que hagan siete buenas acciones en siete días. Ser amable con un desconocido, ayudar a cuidar de un enfermo, donar sangre…cualquier cosa que tenga como objetivo hacer más feliz a otra persona.

Elizabeth Dunn, profesora de la Universidad British Columbia, ha demostrado que la sensación de felicidad aumenta cuanto más compasivos y bondadosos somos.

Me encanta que la universidad, y nada menos que la de Yale, se ocupe de cosas como la felicidad.

¿Por qué creemos que para ser feliz en la vida la única manera es ir dando palos de ciego como a cada cual se le vaya ocurriendo?

¿Por qué es digno de dedicar tiempo, esfuerzo y dinero el aprender una profesión y no puede serlo dedicarlo a aprender a ser feliz?

Una vez leí una frase que me conmovió y que me sigue inspirando cada día:

Ser feliz no es un derecho, es una obligación.

Cuando entiendes la felicidad como algo vinculado a la bondad, la compasión y la paz interior te das cuenta de que el acto más altruista, constructivo y benéfico, no solo para ti sino para toda la humanidad, es convertirte en una persona feliz. Porque desde un sentimiento de felicidad es mucho más difícil hacer daño a otras personas, al planeta y todos los seres con los que lo compartimos.

Y a mí me pasa que la Homeopatía, ser médico homeópata, me hace ser un poco más feliz, porque sé que es algo bueno para las personas.

Sé que la Homeopatía cura a veces y alivia casi siempre.

Sé que nunca hace daño.

Sé que nos enseña a entender la naturaleza del ser humano y cuando uno comprende juzga menos y cuando juzgas menos te conviertes en un ser más compasivo, amable y bondadoso.

Sé que me ha hecho mejor médico de lo que era.

Últimamente no lo estamos pasando muy bien los profesionales de la salud que pensamos que hay medicina más allá del ibuprofeno y que sumar es mejor que enfrentar, pero a mí me pasa que, a pesar de toda la hostilidad, las mentiras y los insultos, yo sé que estoy donde tengo que estar. Y eso, para mí, es algo sin lo que no puedo entender la felicidad. Porque uno puede ser feliz en el dolor y en la adversidad si hay paz en su interior y coherencia entre lo que piensa, lo que siente y lo que hace.

Bueno, aún no lo he conseguido paro estoy en ello. A lo mejor me apunto al curso de Yale.

¿Quién se viene conmigo?

PARECE QUE UN CINCUENTA POR CIENTO TIENE QUE VER CON LA GENÉTICA, LO CONSTITUCIONAL. Y ESTO EN HOMEOPATÍA LO ENTENDEMOS MUY BIEN.

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