Salud y Comida

Stern, el restaurante de comida casera que abrió en el edificio de Química Estrella

Stern, estrella en alemán, es el restaurante de triple altura y amplios ventanales que encontró su lugar en el complejo Espacios Estrella, un “hotel industrial” donde durante 80 años funcionó la ex droguería Química Estrella. En la torre ladrillera, típica de la arquitectura inglesa, se acopiaba algodón. Un guinche original permanece intacto desde lo alto del espacio inundado por la luz natural.

Mesa primaveral en Stern.

El lugar fue el bufete de los trabajadores del predio y ahora aloja en sus galpones a empresas de tecnología y logística. Los almuerzos con minutas al aire libre se transformaron en un clásico. Pero el bufete cerró y Anabella Esposito, arquitecta de una de las firmas, recuperó el espacio y el espíritu del lugar. Reformuló el salón, abrió la cocina y habilitó sectores para reuniones y mesas compartidas realizadas en tablones de laurel pulidos.

Anabella Esposito ideó Stern y trabaja en una de las empresas de logística del predio.

“El lugar nos pedía una cocina abierta que hoy domina la planta baja. Siempre está viva, permite ver qué pasa y también que los clientes vean los procesos. En el mesón central exponemos todo lo que tenemos para dar”, comenta Anabella, que puso la cocina en manos de Stephy Polo Coneo. En su propuesta, la cebada perlada es protagonista. “Asumimos el compromiso de alimentar a personas que están trabajando, con alternativas caseras, de calidad e ingredientes de estación. La cebada es un cereal súper noble y es necesario ponerlo en valor, somos uno de los productores más importantes del mundo. Lo presentamos en un bowl fresco con palta, salmón ahumado y vegetales frescos”, señala Esposito.

Ensalada con cebada perlada, plato emblemático de Stern.

En esta estrella dentro de otra estrella la inspiración, es la cocina casera, sana y que persiga el triple impacto. “Que no corra tras ninguna moda, que no pierda la originalidad, que sea genuina, que restaure el cuerpo y el alma”, enumera la arquitecta al frente de Stern. Por la proximidad con la facultad de Agronomía, muchos de los ingredientes provienen de su huerta. Las tartas y buñuelos de espinaca, los vegetales que acompañan el humus, las cebollas coloradas y cilantro para el ceviche de abadejo y las frutas para las tortas se cultivan a metros de la cocina.

Delicias de la hora del té en Stern.

Con la misión de devolverle a la torre su identidad original tiraron abajo el cielorraso que impedía aprovechar la triple altura. Los trabajos de restauración también apuntaron a la recuperación y limpieza de los ventanales para que la luz que ingresa desde la plaza central del predio entre por todas partes.

Choribrioche, un clásico de Stern.

La única manera de ingresar al predio para desayunar, almorzar o merendar es a través de Stern: se reserva por whatsapp y se presenta el documento en la entrada. Es una oportunidad única para recorrer un complejo icónico cuya huella urbana sigue en pie, a 99 años de su construcción.

El salón de Stern era el comedor del bufete de trabajadores de Química Estrella. Se aprovechó la triple altura del lugar y se ganó mucha luz.

Los orígenes de Química Estrella se remontan a 1836, cuando los Demarchi abrieron la histórica farmacia La Estrella. La marca se transformó en sociedad anónima en 1906 y comenzó a cotizar en la Bolsa de Buenos Aires en 1919. En 1921, se decidió la compra de un terreno de alrededor de 40.000 m2 en pleno corazón geográfico de la ciudad: Av. de los Constituyentes y Chorroarín. En 1924 arranca la construcción de la fábrica bajo la dirección de ingenieros holandeses y alemanes.

Pavlova.

Los arquitectos italianos Alfredo y Alberto J. Olivari proyectaron el edificio como un conjunto de pabellones unidos por puentes que intercomunican cada una de las secciones. El estilo de arquitectura elegido fue el inglés, y se materializó con ladrillo prensado. En 1928 se inauguró la nueva droguería que, por sus dimensiones fue única en el país y la más importante de la región. Pero en 2006 la empresa cambió de accionistas y dejó de fabricar algodón.

Dibujo de la planta de Química Estrella, a poco de ser inaugurada en 1928.

Así se cerraba una historia, que abría las puertas de la resignificación del patrimonio fabril. Una auténtica ciudad de galpones, depósitos y grandes oficinas que mantiene inalterado su adn original y que sólo se puede conocer desde el paladar. El restaurante que nació en una torre ahora invita a degustar una experiencia que combina circuitos históricos y cocina casera donde abundan las variedades de harinas, algarroba, maíz, arroz, garbanzos, sémola, miel cruda sin procesar.

Anabella Esposito, arquitecta y al frente de Stern.

Allí se elaboran mermeladas, granola y leche de almendras. Y también salen mucho los bowls con distintos ingredientes frescos, los bagel de salmón y queso crema o palta y queso brie y los lomitos uruguayos. La pizza con boconccinos y rúcula, el pan jalá, la sopa de boniato y una variedad de cookies, alfajores de maicena, colaciones, budines, dulce de membrillo casero y café de especialidad completan el menú.

Química Estrella fue construida en 1928 por Alfredo y Alberto J. Olivari

Oculta pero abierta, esta joyita de Paternal es una alternativa que permite conocer la historia de un complejo emblemático a través de platos frescos, en un entorno informal, con luz natural y cocina a la vista.

Stern. Constituyentes 2985, Paternal. De lunes a viernes, de 7.30 a 18 hs. Ingreso únicamente por whatsapp +54 9 11 5912-5020

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