Economia y Negocios

Sucesión 4T al son de AMLO | El Informador

Lo ocurrido ayer en el Consejo Nacional de Morena, que se da a siete días de que lograron desmantelar la maquinaria priista y ser los primeros en arrebatarles su bastión del Estado de México, es la conclusión de la primera etapa de la ruta que fue pautando el Presidente Andrés Manuel López Obrador, desde que luego de la elección intermedia de 2021 empezó a hablar de sus “corcholatas”, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, y cuando metió de última hora a su paisano tabasqueño, Adán Augusto López, colocándolo en la Secretaría de Gobernación.

Decidió que debían jugar también como figuras de reparto Ricardo Monreal, Gerardo Fernández Noroña, del Partido del Trabajo, y Manuel Velasco, del Partido Verde, para asegurar ir con la misma alianza ganadora del 2018 al 2024.

El país puede estar incendiándose por el creciente poder corruptor y de fuego del narco que un día y otro también desafía al Estado Mexicano, el sistema de salud dando tumbos, y los Estados Unidos a punto de llevar a su Gobierno a juicio por incumplir el T-MEC, pero al Presidente no hay cosa que le preocupe más y le guste más, que hacer política, primero para llegar al poder y ahora para mantenerlo a toda costa.

Por eso inmediatamente después de la jornada electoral del domingo 4 de junio, llegó cantando a la mañanera y en la noche cenó con la y los aspirantes, con el pretexto de festejar el triunfo de Delfina Gómez en el Edomex, cuando en realidad fue para girar instrucciones para instrumentar el banderazo oficial de la contienda interna, que en la práctica y por lo pasmado de la oposición, será la verdadera elección presidencial.

Toda la semana pasada se la pasó asegurando que ya no había dedazo, ni tapados, ni cargadas como en las que él participó en sus tiempos de priista. Pero la pasarela de ayer fue lo más parecido a los rituales del priismo. Paradojas de la política, López Obrador se propuso acabar con el PRI, lo logró y hoy Morena parece su restauración en la forma y en el fondo.

Tal como lo hizo en la elección intermedia del 2018, cuando violando las reglas que él mismo impulsó como opositor fue el principal entusiasta y propagandista del proyecto morenista desde el púlpito presidencial, López Obrador está decidido a controlar su sucesión y mutar el dedazo al proceso de las encuestas morenistas en las que dentro de su partido no confían.

Por eso con los acuerdos de la cumbre morenista, y aún con los efectos del madruguete de Ebrard, se confirmó que en lo general, la sucesión será al son que toque el Presidente, aunque todos los días en la mañanera seguirá asegurando que no es así. 

jbarrera4r@gmail.com

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